13/6/12

TEOLOGÍA DE LA ESPERANZA

Teología y Psicología de la Esperanza
Teología de la Esperanza
            Hablar de esperanza desde la teología es algo sumamente encantador y emocionante, es algo que muchos lo hablan desde un punto de vista sensacionalista, y aunque es un elemento trascendental dentro del plan de salvación de Nuestro Señor Jesucristo, no es algo que debemos convertir en un asunto de almas que andan volando por lugares espirituales, en algunos casos se menciona que hasta separadas del cuerpo. González y Maldonado (2003), hacen mención que esta enseñanza acerca de que lo que tiene esperanza es únicamente el alma, esta basada en las ideas gnósticas y platónicas acerca de que todo lo físico o material es malo y solo lo espiritual es bueno.
            Lo mismo sucede con el caso de nuestra esperanza, esperanza que se puede describir con el reino de los cielos que tanto predicó Jesucristo; para muchos cristianos su ideal de esperanza esta basado en ir a otro lugar, «el cielo», un lugar más allá, es difícil concebir el concepto de que el Reino de los cielos que predicó Jesús se basaba ciertamente en un mejor lugar, pero no otro lugar, el Señor solo habló a través de Juan de un cielo nuevo y una tierra nueva en la cual mora la Justicia.
            Por eso me encanta hablar de esperanza, la esperanza Pablo la relaciona con la fe y el amor, como uno de los elementos teologales más importantes, un famoso dicho dice que la esperanza es lo ultimo que se pierde, y creo que en el caso de los cristianos la esperanza nunca se debe perder.
            Ahora podemos preguntar cuál entonces es nuestra esperanza. Y la respuesta estaría basada no en un qué sino en un quién, como lo mencionan González y Maldonado (2003) en su libro introducción a la teología cristiana.
            Jesucristo, él es nuestra esperanza, él es la respuesta; 1ª Tim 1.1;  «es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria» (Col. 1.27).
            Lo que Jesucristo ha hecho es reconciliar a la humanidad con Dios, el pecado produjo separación de Dios, pero su sacrificio en la cruz del calvario produjo en nosotros la esperanza de una vida eterna junto al Señor.
            Otra cosa importante es entender que esta esperanza no es producto de nuestro esfuerzo sino que viene dada por el poder del Espíritu Santo (Ro 15.13), aguardar pacientemente pero con esperanza, es el carácter de la fe, y sin esperanza es imposible tener fe.
            Ya que la esperanza y la fe están tan íntimamente relacionadas es importante entender que ambas no son lo mismo. El término «esperanza» pone énfasis especial en la perseverancia de la confianza de uno en Dios en medio de adversidad continua (Thielman, 2006).
            Thielman (2006), habla del contenido de la esperanza como «la gloriosa libertad de los hijos de Dios», (Ro 8:21) según Pablo, y este contenido de la esperanza lo describe en tres tópicos principales. La afirmación de Pablo de que los cristianos son hijos adoptivos de Dios y disfrutaran más plenamente en el día final de esta condición. El otro caso es que disfrutamos de la condición de hijos por la presencia del Espíritu Santo que nos fue dado por Jesucristo y por esto los cristianos estamos destinados a disfrutar de la gloria escatológica de Cristo en el día final.
            Además Pablo entiende la esperanza del cristiano como dirigido a la restauración de todas las cosas.
La base de nuestra esperanza la colocamos en tres argumentos que se convierten en el cimiento de toda nuestra esperanza, uno es la muerte de Cristo, hecha por iniciativa de Dios para salvación aun a los que no merecían tal sacrificio para la absolución de sus pecados. Segundo la resurrección de Cristo, cuando él resucita sube a la diestra de Dios e intercede por nosotros de modo que nuestra esperanza no desfallezca y en tercer lugar el otorgamiento del Espíritu Santo, para que por muy difíciles que se tornen las circunstancias no nos desanimemos ni perdamos la esperanza que se fortalece por el poder del Espíritu Santo.
El Reino de Dios se convierte en la descripción de nuestra esperanza, Jesús en sus diferentes parábolas las usaba para describir o comparar el Reino de Dios, un reino que tenia que ver con la justicia, la equidad, la inclusión, la esperanza de un futuro mejor, un nuevo orden mundial, que traerá una paz verdadera y absoluta.
Este reino de Dios debe vivirse, debe ser una realidad para quienes se hacen llamar seguidores de Jesús, por eso Cristo decía que el Reino de Dios «esta entre vosotros», porque era algo que debía ser una realidad latente desde el momento en que Dios nos transforma, no esperar un lugar futuro para comenzar a actuar como herederos y/o ciudadanos de ese reino, sino que desde ahora lo pongamos en práctica en nuestras vidas, de modo que si queremos entrar en el reino futuro de Dios ya debemos vivir como se vive halla «que se haga su voluntad en la tierra como se hace en el cielo», estamos en un estado de capacitación para poder entrar a esa esperanza eterna.
El alcance de este reino no solo incluye la salvación de seres humanos sino que incluye a la creación entera, quien sufre por causa de la vida desordenada producto del pecado.
Psicología de la Esperanza
            La esperanza según la psicología, supone la capacidad de planificar vías para alcanzar objetivos deseados a pesar de los obstáculos y una agencia o motivación para seguir estas vías (Carr, 2007).
            La psicología de la esperanza habla de que esta esperanza se desarrolla claramente durante la infancia y la adolescencia, y esto depende en gran parte de padres que sean modelos de esperanza y que enseñen a sus hijos a elaborar planes para superar los obstáculos.
            El objetivo de la psicoterapia de la esperanza es ayudar a los consultantes a formular unos objetivos claros, encontrar vías para alcanzarlos, estar motivados para alcanzar dichos objetivos y saber que se presentaran obstáculos en esas vías, los cuales hay que ver como desafíos o retos a superar.
            Una de las vertientes más importantes de la psicología de la esperanza desde mi punto de vista es que ayuda en la buena salud física y mental, lo que incluye una buena respuesta a intervenciones medicas, un estado de ánimo positivo, un sistema inmunológico robusto, los métodos eficaces de afrontamiento (replanteamiento, resolución de problemas, evitar sucesos estresantes, buscar apoyo social) y la conducta que favorece la salud.
            Esta psicología habla de una probabilidad de que la esperanza tenga una función eficiente de los sistemas neurotransmisores asociados a la serotonina y a la noradrenalina, una función eficiente del sistema inmunológico, un aumento de las uniones del GABA (ácido gammaaminobutírico, cuando hay una unión anómala de este acido se produce ansiedad) y la capacidad de olvidar o inhibir recuerdos estresantes, y un sistema de facilitación conductual especialmente activo o eficientemente relacionado con las vías dopaminergicas mesolímbicas y mesocorticales.
            Montilla (2008), dice que la esperanza tiene que ver con el ayer, con el presente y con el futuro.
            Cuando Montilla hace mención a esta parte de la esperanza nos dice que “lo que esperamos del mañana tiene un impacto directo en como vivimos el presente”, es decir que lo que hoy vivimos lo vivimos sabiendo que tiene repercusiones en el mañana, esto es esperanza.
            La esperanza que se considera una fortaleza del ser humano tiene elementos cognitivos, emocionales y espirituales y por eso se convierte en algo fundamental para el bienestar integral del ser humano.
            Hay algo interesante que habla la psicología de la esperanza y es que la esperanza es más fuerte si hay una probabilidad mediana de alcanzar los objetivos deseados porque los obstáculos son fuertes pero no infranqueables. Cuando estamos seguros de poder alcanzar nuestros objetivos, la esperanza es innecesaria, pero cuando estamos seguros de que no lo vamos a alcanzar, caemos en la desesperanza (Carr, 2007).
            El Apóstol Pablo hace mención de algo similar, en Romanos 8.24; «porque en esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?». Esto podríamos relacionarlo de algún modo en cuanto al concepto que la psicología tiene de la esperanza, la teología y la psicología ambas buscan hablar de planificar vías para alcanzar objetivos deseados, en el caso de la teología se relaciona con el Reino de los cielos que ya fue nombrado y también con la vida eterna, y una motivación para seguir estas vías, en la teología esa motivación vendría del Espíritu Santo «para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo» (Ro 15.13). «Nosotros por el Espíritu aguardamos por la fe la esperanza de la justicia» (Gal 5.5).
            En conclusión la esperanza tiene que ver con planificar nuestras vidas creyendo que hay un futuro mejor, y esto implica ser transformados en el presente. De manera final agrego algunos componentes de la esperanza mencionados por montilla (2008): el primero tiene que ver con nuestra capacidad de soñar, el segundo se refiere a creer que es posible alcanzar la meta, el tercero apunta al uso sabio de todos los recursos internos y externos a fin de lograr lo que anhelamos, el cuarto tiene que ver con el plan que nos trazamos para alcanzar lo que nos hemos propuesto y el último componente hace referencia a la implementación del plan y la debida perseverancia necesaria para luchar hasta lograr la meta.
            Por tanto no perdamos la esperanza sino que luchemos por alcanzar los objetivos por muy difíciles que parezcan, y los obstáculos que se presenten veámoslos como retos a superar, sabiendo que el Espíritu Santo es quien nos guía y nos motiva para lograr los objetivos necesarios y alcanzar la bienaventurada esperanza y una vida plena.

Referencias
Alan Carr (2007). Psicología Positiva. La ciencia de la Felicidad. Barcelona, España: Ediciones Paidós Ibérica, S.A.
González J. y Maldonado Z. (2003). Introducción a la Teología Cristiana. Nashville, TN 37203. Abingdon Press.
Montilla R. E (2008). Las Fortalezas Teologales: La Fe, la Esperanza y el Amor. Recuperado de http://www.capellanes.com/ en diciembre de 2008.
Frank Thielman (2006). Teología del Nuevo Testamento. Síntesis del canon del Nuevo Testamento. Miami, Florida. Editorial Vida.

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