Teología
y Psicología de la Esperanza
Teología
de la Esperanza
Hablar
de esperanza desde la teología es algo sumamente encantador y emocionante, es algo
que muchos lo hablan desde un punto de vista sensacionalista, y aunque es un
elemento trascendental dentro del plan de salvación de Nuestro Señor
Jesucristo, no es algo que debemos convertir en un asunto de almas que andan
volando por lugares espirituales, en algunos casos se menciona que hasta
separadas del cuerpo. González y Maldonado (2003), hacen mención que esta
enseñanza acerca de que lo que tiene esperanza es únicamente el alma, esta
basada en las ideas gnósticas y platónicas acerca de que todo lo físico o
material es malo y solo lo espiritual es bueno.
Lo
mismo sucede con el caso de nuestra esperanza, esperanza que se puede describir
con el reino de los cielos que tanto predicó Jesucristo; para muchos cristianos
su ideal de esperanza esta basado en ir a otro lugar, «el cielo», un lugar más allá,
es difícil concebir el concepto de que el Reino de los cielos que predicó Jesús
se basaba ciertamente en un mejor lugar, pero no otro lugar, el Señor solo habló
a través de Juan de un cielo nuevo y una tierra nueva en la cual mora la
Justicia.
Por
eso me encanta hablar de esperanza, la esperanza Pablo la relaciona con la fe y
el amor, como uno de los elementos teologales más importantes, un famoso dicho
dice que la esperanza es lo ultimo que se pierde, y creo que en el caso de los
cristianos la esperanza nunca se debe perder.
Ahora
podemos preguntar cuál entonces es nuestra esperanza. Y la respuesta estaría basada
no en un qué sino en un quién, como lo mencionan González y Maldonado (2003) en
su libro introducción a la teología
cristiana.
Jesucristo,
él es nuestra esperanza, él es la respuesta; 1ª Tim 1.1; «es Cristo en vosotros, la esperanza de
gloria» (Col. 1.27).
Lo
que Jesucristo ha hecho es reconciliar a la humanidad con Dios, el pecado
produjo separación de Dios, pero su sacrificio en la cruz del calvario produjo
en nosotros la esperanza de una vida eterna junto al Señor.
Otra
cosa importante es entender que esta esperanza no es producto de nuestro
esfuerzo sino que viene dada por el poder del Espíritu Santo (Ro 15.13), aguardar
pacientemente pero con esperanza, es el carácter de la fe, y sin esperanza es
imposible tener fe.
Ya que
la esperanza y la fe están tan íntimamente relacionadas es importante entender
que ambas no son lo mismo. El término «esperanza» pone énfasis especial en la
perseverancia de la confianza de uno en Dios en medio de adversidad continua
(Thielman, 2006).
Thielman
(2006), habla del contenido de la esperanza como «la gloriosa libertad de los
hijos de Dios», (Ro 8:21) según Pablo, y este contenido de la esperanza lo
describe en tres tópicos principales. La afirmación de Pablo de que los
cristianos son hijos adoptivos de Dios y disfrutaran más plenamente en el día
final de esta condición. El otro caso es que disfrutamos de la condición de
hijos por la presencia del Espíritu Santo que nos fue dado por Jesucristo y por
esto los cristianos estamos destinados a disfrutar de la gloria escatológica de
Cristo en el día final.
Además
Pablo entiende la esperanza del cristiano como dirigido a la restauración de
todas las cosas.
La base de nuestra
esperanza la colocamos en tres argumentos que se convierten en el cimiento de
toda nuestra esperanza, uno es la muerte de Cristo, hecha por iniciativa de
Dios para salvación aun a los que no merecían tal sacrificio para la absolución
de sus pecados. Segundo la resurrección de Cristo, cuando él resucita sube a la
diestra de Dios e intercede por nosotros de modo que nuestra esperanza no
desfallezca y en tercer lugar el otorgamiento del Espíritu Santo, para que por
muy difíciles que se tornen las circunstancias no nos desanimemos ni perdamos
la esperanza que se fortalece por el poder del Espíritu Santo.
El
Reino de Dios se convierte en la descripción de
nuestra esperanza, Jesús en sus diferentes parábolas las usaba para describir o
comparar el Reino de Dios, un reino que tenia que ver con la justicia, la
equidad, la inclusión, la esperanza de un futuro mejor, un nuevo orden mundial,
que traerá una paz verdadera y absoluta.
Este reino de Dios debe
vivirse, debe ser una realidad para quienes se hacen llamar seguidores de Jesús,
por eso Cristo decía que el Reino de Dios «esta entre vosotros», porque era
algo que debía ser una realidad latente desde el momento en que Dios nos
transforma, no esperar un lugar futuro para comenzar a actuar como herederos
y/o ciudadanos de ese reino, sino que desde ahora lo pongamos en práctica en
nuestras vidas, de modo que si queremos entrar en el reino futuro de Dios ya
debemos vivir como se vive halla «que se haga su voluntad en la tierra como se
hace en el cielo», estamos en un estado de capacitación para poder entrar a esa
esperanza eterna.
El alcance de este
reino no solo incluye la salvación de seres humanos sino que incluye a la
creación entera, quien sufre por causa de la vida desordenada producto del
pecado.
Psicología
de la Esperanza
La
esperanza según la psicología, supone la capacidad de planificar vías para
alcanzar objetivos deseados a pesar de los obstáculos y una agencia o
motivación para seguir estas vías (Carr, 2007).
La
psicología de la esperanza habla de que esta esperanza se desarrolla claramente
durante la infancia y la adolescencia, y esto depende en gran parte de padres
que sean modelos de esperanza y que enseñen a sus hijos a elaborar planes para
superar los obstáculos.
El
objetivo de la psicoterapia de la esperanza es ayudar a los consultantes a
formular unos objetivos claros, encontrar vías para alcanzarlos, estar motivados
para alcanzar dichos objetivos y saber que se presentaran obstáculos en esas
vías, los cuales hay que ver como desafíos o retos a superar.
Una
de las vertientes más importantes de la psicología de la esperanza desde mi
punto de vista es que ayuda en la buena salud física y mental, lo que incluye
una buena respuesta a intervenciones medicas, un estado de ánimo positivo, un
sistema inmunológico robusto, los métodos eficaces de afrontamiento
(replanteamiento, resolución de problemas, evitar sucesos estresantes, buscar
apoyo social) y la conducta que favorece la salud.
Esta
psicología habla de una probabilidad de que la esperanza tenga una función
eficiente de los sistemas neurotransmisores asociados a la serotonina y a la
noradrenalina, una función eficiente del sistema inmunológico, un aumento de
las uniones del GABA (ácido gammaaminobutírico, cuando hay una unión anómala de
este acido se produce ansiedad) y la capacidad de olvidar o inhibir recuerdos
estresantes, y un sistema de facilitación conductual especialmente activo o
eficientemente relacionado con las vías dopaminergicas mesolímbicas y
mesocorticales.
Montilla
(2008), dice que la esperanza tiene que ver con el ayer, con el presente y con
el futuro.
Cuando
Montilla hace mención a esta parte de la esperanza nos dice que “lo que
esperamos del mañana tiene un impacto directo en como vivimos el presente”, es
decir que lo que hoy vivimos lo vivimos sabiendo que tiene repercusiones en el
mañana, esto es esperanza.
La
esperanza que se considera una fortaleza del ser humano tiene elementos
cognitivos, emocionales y espirituales y por eso se convierte en algo
fundamental para el bienestar integral del ser humano.
Hay
algo interesante que habla la psicología de la esperanza y es que la esperanza
es más fuerte si hay una probabilidad mediana de alcanzar los objetivos
deseados porque los obstáculos son fuertes pero no infranqueables. Cuando
estamos seguros de poder alcanzar nuestros objetivos, la esperanza es
innecesaria, pero cuando estamos seguros de que no lo vamos a alcanzar, caemos
en la desesperanza (Carr, 2007).
El
Apóstol Pablo hace mención de algo similar, en Romanos 8.24; «porque en
esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza.
¿Quién espera lo que ya tiene?». Esto podríamos relacionarlo de algún modo en
cuanto al concepto que la psicología tiene de la esperanza, la teología y la
psicología ambas buscan hablar de planificar vías para alcanzar objetivos
deseados, en el caso de la teología se relaciona con el Reino de los cielos que
ya fue nombrado y también con la vida eterna, y una motivación para seguir
estas vías, en la teología esa motivación vendría del Espíritu Santo «para que
rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo» (Ro 15.13). «Nosotros por
el Espíritu aguardamos por la fe la esperanza de la justicia» (Gal 5.5).
En
conclusión la esperanza tiene que ver con planificar nuestras vidas creyendo
que hay un futuro mejor, y esto implica ser transformados en el presente. De
manera final agrego algunos componentes de la esperanza mencionados por
montilla (2008): el primero tiene que ver con nuestra capacidad de soñar, el
segundo se refiere a creer que es posible alcanzar la meta, el tercero apunta
al uso sabio de todos los recursos internos y externos a fin de lograr lo que
anhelamos, el cuarto tiene que ver con el plan que nos trazamos para alcanzar
lo que nos hemos propuesto y el último componente hace referencia a la
implementación del plan y la debida perseverancia necesaria para luchar hasta
lograr la meta.
Por
tanto no perdamos la esperanza sino que luchemos por alcanzar los objetivos por
muy difíciles que parezcan, y los obstáculos que se presenten veámoslos como
retos a superar, sabiendo que el Espíritu Santo es quien nos guía y nos motiva
para lograr los objetivos necesarios y alcanzar la bienaventurada esperanza y
una vida plena.
Referencias
Alan Carr (2007). Psicología Positiva. La ciencia de la Felicidad. Barcelona, España:
Ediciones Paidós Ibérica, S.A.
González J. y Maldonado Z. (2003). Introducción a la Teología Cristiana. Nashville,
TN 37203. Abingdon Press.
Montilla R. E (2008). Las Fortalezas Teologales: La Fe, la Esperanza y el Amor.
Recuperado de http://www.capellanes.com/ en diciembre de 2008.
Frank Thielman (2006). Teología del Nuevo Testamento. Síntesis del
canon del Nuevo Testamento. Miami, Florida. Editorial Vida.
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